Por aquello que perdimos, por lo que pronto ganaremos

Hace algo más de una semana era un día especial, el día 14 de abril, y en 2008, ya hacían 77 años de un evento que conmocionó al mundo de aquella época y que pudo haber significado progreso y el despegue del país. El 14 de abril de 1931 señores y señoras, la II República llegaba a España.
El fin de este mensaje no es hacer propaganda política, aunque ya se puede imaginar por donde van mis pensamientos.
Fue un día de celebraciones, la democracia participativa, una democracia donde el pueblo elegiría a todos sus dirigentes, sin ataduras regias ni injusticias de familia o sangre, una España donde el federalismo supliría los problemas nacionalistas convirtiéndo el país en un conglomerado de estados federados sin problemas competenciales o guerras patrióticas, una España donde la bandera tricolor pendería de todos los mástiles.
Aquello no fue un cambio político como otro cualquiera, aquello significaba progreso para España, pero por desgracia los religiosos de más conservadora casta, los empresarios y capitalistas de peor calaña, no pudieron aceptar una España al nivel del resto de Europa e incluso más adelantada y benévola, un país donde todos fueramos iguales, sin importar el poder adquisitivo, con un pensamiento libre.
En 1936, la guerra tiño de sangre nuestra historia, acabado con el progreso, el avance social, el renacer de la cultura, porque aquellos que inlícitamente se sublevaron por no querer perder un poder que injustamente atesoraban, acabaron con todo aquello por lo que tanto se luchó. El "No pasaran" de las calles de Madrid se convirtió en un pobre recuerdo, las potencias mundiales por su comité de "no intervención" por miedo al fascismo contra el que no lucharon, nos dieron la espalda, sólo el pueblo mexicano nos acogió. Tras la Gran Guerra, en 1945, las tropas aliadas se detuvieron en los Pirineos, esperando órdenes para acabar con alquel torpe y patético fascismo que oprimía al pueblo español. Las órdenes fueron otras, los ganadores aliados, los "antifascistas" de medio pelo necesitaban a una versión paupérrima de Hitler en España, para frenar al "temible enemigo comunista". 40 años el pueblo tuvo que soportar esa presencia.
Todavía hoy, cuando la democracia está en nuestro país, hemos de oír a gente que apoya la represión, sin entender que el republicanimos de 1931 ya estaba firmando pactos que acabarían con el nacionalismo, evitando así el terrorismo de hoy día, que ya tenía un proyecto de tratado internacional con Reino Unido para recuperar Gibraltar.
Pues yo le digo a esas gentes: Me dais pena. Pena por tener miedo al progreso, a expresarse libremente, a acabar con sucias tradiciones que llegan de enrevesadas e insulsas hipocresías al país, por preferir tener un dirigente simbólico, que ha ganado la legitimidad por nacimiento, en vez de tener a aquel que habeís elegido, por preferir gastar millones de euros en él y en su casta, en vez de ahorrar ese dinero y traducirlo en gastos sociales que mejoren el país.
No es esto una apología contra la familia real, quien solo se aprovecha de la situación que el país contento, le brindó torpemente en 1975. Esto es un canto a aquello que pudo haber sido mejor, pero que por la terquedad de unos pocos reaccionarios avanza lentamente y a veces retrocede.
Porque habrá otro 14 de abril, y lo veremos señores, lo veremos.

R.G.M (Ruthven)